Al principio de estas
fiestas todo son saludos, sonrisas y más sonrisas. Es el cumpleaños de Adrián,
un amiguito de mi hijo que conocimos en el parque. Allí coincidimos con sus
padres haciéndonos amigos y así formamos un grupo
Por lo que, en la
fiesta, habrá varios amigos, algún conocido y gente que no conozco. Veo a los
otros que están desperdigados por ahí haciendo lo que yo: sonreír y saludar
repitiendo las mismas coletillas una y otra vez. Todo va bien, por supuesto. A
nadie le vamos a contar lo sucedido. Todos miramos furtivamente a Luís. Sentado
en una silla, tomando algo y, mientras habla con alguien que no conozco, sigue
con la mirada al niño.
Es el primer cumpleaños
de Adrián tras la separación de sus papás. Esther, un día, recogió sus cosas y
al niño y se marchó con él, dejando sólo a Luís. Así contado parece que es la
mala. Estas cosas nunca pasan de un día para otro. Algo debió ocurrir entre
ellos. Tal vez el desgaste. Siempre he dicho que, cuando una relación se rompe,
es culpa de los dos. No me gusta culpar a uno u otro porque sí. Además los dos
son amigos y me va a dar pena no verla. Vamos a echar de menos su conversación.
Es una chica muy simpática. Pero, para tomar una decisión así, tiene que haber
un motivo. Yo pienso que siempre se reacciona ante un estímulo. Y la inquina de
esa reacción es directamente proporcional al daño percibido.
Me reúno con Carlos,
uno de los amigos, mientras va a rellenar el vaso de su esposa. Dice que ahora
no aguantamos nada, por eso se separa la gente. Siempre hay más de lo que se ve,
respondo. Hace un gesto con la cabeza y le da un beso a Miriam, su mujer. Ella
le devuelve el beso y coge el vaso de coca-cola. Carlos ve a un conocido y se
aleja hablando con él. Le doy un beso a mi esposa y alguien me da en el hombro
para avisar de que ya se va. Me despido de él y me acerco a coger una cerveza.
Dejamos a las chicas sentadas juntas, como siempre. Pronto se les unirá Ana, la
mujer de Felipe.
Al fin, entre todo el
confeti, matasuegras y globos, nos sentamos los cuatro. Luís lo está pasando
fatal. Intenta ocultar las lágrimas. Disimuladamente bebe y vuelve a llorar.
Nos cuenta su versión de los hechos. No va de bueno. Fueron un cúmulo de cosas,
nos cuenta. Todo se fue haciendo insoportable. La decisión la tomó él así que
eso es lo menos doloroso. Toda separación, decida quien decida, es traumática
para todos y más si hay niños por medio. De hecho, lo que peor lleva él, es no
ver al niño.
De pronto Adrián se
acerca y, antes de subir a dormir con los abuelos, dice: “Gracias, papá” Luís
responde: “¿por qué, hijo?” el niño levanta una piruleta y dice: “por esto” Luís
hace un gesto orgulloso. Finalmente, Felipe propone el brindis que hace siempre:
“Por mí y por todos mis compañeros y por mí el primero” Bebemos todos y Luís
sonríe diciendo: “Gracias tíos, de verdad” Ahora brinda Carlos: “Por la
siguiente” Luís replica “¿la siguiente qué? ¿la siguiente chica, separación o
fiesta?” Se está riendo y nos reímos los demás. Es la una y media por lo que
nos vamos, no sin antes, quedar para lamernos las heridas otro día. Quizás el
Sábado o quizás en la próxima fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario