9/1/13

En la fiesta también caben las lágrimas.



Al principio de estas fiestas todo son saludos, sonrisas y más sonrisas. Es el cumpleaños de Adrián, un amiguito de mi hijo que conocimos en el parque. Allí coincidimos con sus padres haciéndonos amigos y así formamos un grupo

Por lo que, en la fiesta, habrá varios amigos, algún conocido y gente que no conozco. Veo a los otros que están desperdigados por ahí haciendo lo que yo: sonreír y saludar repitiendo las mismas coletillas una y otra vez. Todo va bien, por supuesto. A nadie le vamos a contar lo sucedido. Todos miramos furtivamente a Luís. Sentado en una silla, tomando algo y, mientras habla con alguien que no conozco, sigue con la mirada al niño.

Es el primer cumpleaños de Adrián tras la separación de sus papás. Esther, un día, recogió sus cosas y al niño y se marchó con él, dejando sólo a Luís. Así contado parece que es la mala. Estas cosas nunca pasan de un día para otro. Algo debió ocurrir entre ellos. Tal vez el desgaste. Siempre he dicho que, cuando una relación se rompe, es culpa de los dos. No me gusta culpar a uno u otro porque sí. Además los dos son amigos y me va a dar pena no verla. Vamos a echar de menos su conversación. Es una chica muy simpática. Pero, para tomar una decisión así, tiene que haber un motivo. Yo pienso que siempre se reacciona ante un estímulo. Y la inquina de esa reacción es directamente proporcional al daño percibido.

Me reúno con Carlos, uno de los amigos, mientras va a rellenar el vaso de su esposa. Dice que ahora no aguantamos nada, por eso se separa la gente. Siempre hay más de lo que se ve, respondo. Hace un gesto con la cabeza y le da un beso a Miriam, su mujer. Ella le devuelve el beso y coge el vaso de coca-cola. Carlos ve a un conocido y se aleja hablando con él. Le doy un beso a mi esposa y alguien me da en el hombro para avisar de que ya se va. Me despido de él y me acerco a coger una cerveza. Dejamos a las chicas sentadas juntas, como siempre. Pronto se les unirá Ana, la mujer de Felipe.

Al fin, entre todo el confeti, matasuegras y globos, nos sentamos los cuatro. Luís lo está pasando fatal. Intenta ocultar las lágrimas. Disimuladamente bebe y vuelve a llorar. Nos cuenta su versión de los hechos. No va de bueno. Fueron un cúmulo de cosas, nos cuenta. Todo se fue haciendo insoportable. La decisión la tomó él así que eso es lo menos doloroso. Toda separación, decida quien decida, es traumática para todos y más si hay niños por medio. De hecho, lo que peor lleva él, es no ver al niño.

De pronto Adrián se acerca y, antes de subir a dormir con los abuelos, dice: “Gracias, papá” Luís responde: “¿por qué, hijo?” el niño levanta una piruleta y dice: “por esto” Luís hace un gesto orgulloso. Finalmente, Felipe propone el brindis que hace siempre: “Por mí y por todos mis compañeros y por mí el primero” Bebemos todos y Luís sonríe diciendo: “Gracias tíos, de verdad” Ahora brinda Carlos: “Por la siguiente” Luís replica “¿la siguiente qué? ¿la siguiente chica, separación o fiesta?” Se está riendo y nos reímos los demás. Es la una y media por lo que nos vamos, no sin antes, quedar para lamernos las heridas otro día. Quizás el Sábado o quizás en la próxima fiesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario