En
esta sociedad en que vivimos se necesita una revolución. Se hace
imprescindible una disgregación total de lo político con respecto a todo
lo que no lo es.
Es
decir, una independencia total de todas las instituciones, tengan una
mayor o menor implicación social, con respecto del Estado. A mi modo de
ver, el Estado no debe sufragar ninguna institución; ni dar facilidades,
sean éstas fiscales o legales, a unas instituciones en detrimento de
otras. De hecho, creo que el estado debe ser totalmente independiente de
toda institución; sea esta la corona, la iglesia, los partidos
políticos, los sindicatos o cualquier otra que se nos ocurra. Lo
contrario de lo que ocurre ahora, porque la política ha infectado, cuál
metástasis, todas las instituciones (por benéficas que sean) de España.
Esto es lo primero que hay que erradicar.
Partiendo
de la premisa de un estado absolutamente libre de toda injerencia
política. Reflexionando sobre la financiación de las instituciones, he
llegado a la conclusión de que mis impuestos no deben ir dedicados a
ninguna que yo no quiera financiar. Así que, como se hace con la
Iglesia, me gustaría que se hiciera con toda institución. Es decir, que
hagamos la declaración de la renta marcando cruces determinando de este
modo qué institución queremos financiar y evitando la financiación a
ciegas a instituciones que no nos representan en absoluto e, incluso,
algunas a las que llegamos a aborrecer, como pasa en la actualidad.
Puesto que la problemática de listas cerradas no es exclusiva de las
elecciones y los partidos políticos; sino que estamos financiando con
nuestros impuestos instituciones, sindicatos, partidos políticos a los
que no financiaríamos ni hartos de vino, que se abran esas listas. Por
supuesto que la gente que esté metida en esas instituciones, sindicatos y
partidos políticos tratará de convencerme de las bondades que supone su
financiación.
A
lo mejor, cuando se tengan que financiar con sus propios afiliados y
simpatizantes, se acercarán más a la calle y se preocuparán por
solucionar los problemas que nos son comunes a la mayoría de los
ciudadanos, movilizándose para intentar captar a cuanta más gente,
mejor. Además, a mí siempre me ha encantado ir contracorriente y
desobedecer, por lo que me encantaría encontrar un modo de negarme a
pagar impuestos y que los financie Rita. No en vano, mis héroes, siempre
son los que, ganen o pierdan, en alguna ocasión han tenido los arrestos
de desobedecer y discutir el status quo de sus sociedades.
Uno
de los que más me ha llegado fue Gandhi. Ese abogado flacucho y poquita
cosa, que creyeron un don nadie y logró mantener a raya a todo el
imperio británico. De hecho, sus pompas fúnebres fueron dignas de los
más altos dignatarios, no solo sociales o políticos sino también
espirituales. Estoy convencido de que, si Gandhi viviera en la
actualidad, encabezaría una marcha a las plazas de nuestros pueblos y de
nuestras ciudades, o a cualquier punto en que se nos viese bien y se
nos tuviera que escuchar aunque no se quisiera, y nos invitaría (como
hizo él con los visados británicos de los ciudadanos hindúes) a romper
los borradores de las declaraciones de la renta como acto simbólico de
desobediencia a una financiación injusta.
Sonrío
porque me imagino un gentío delante de, por ejemplo, el ministerio de
hacienda; rompiendo pacífica y tenazmente, los borradores de sus
declaraciones de la renta, negándose a financiar a tanta estúpida
institución que nos sobra, que no hace más que incrementar
exponencialmente el gasto, empobreciendo España. Sólo es un sueño. Sé
que no se podrá hacer pero la sonrisa no me la quita nadie imaginando la
cara que pondrían.
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