2/7/13

Los eufemismos



Vivimos en una época en que todo es un eufemismo. Desde que te levantas y te encuentras a alguien por la calle y le preguntas: “Hombre Luís ¿qué tal?” y él te contesta: “Muy bien” ya estamos viviendo en un eufemismo. Porque, vamos a ver, tu mujer te la pega; te quedaste sin trabajo hace dos años y no cobras el paro; tus hijos no te quieren ni ver… Eso de muy bien, Luis.

Quizá, más que eufemismo sea mentira. Porque debería decir: “Estoy jodido” y todos, que lo sabemos a escondidas y no se lo decimos, pensaríamos: “Ah, menos mal, ya lo sabe” y le diríamos: “Qué putada lo de Pilar” Que pone cara de haba y no lo sabe. Habremos metido la pata, por supuesto, pero, para que no se entere, utilizaríamos un eufemismo del tipo… Si es que está muy cansada… Es que, lo del ERE en su trabajo… las cantidades de horas extra que la exigen hacer… su continua inapetencia sexual… las eternas jaquecas…… los calzoncillos que encontraste en su bolso y ella te dijo que eran tuyos… el olor a hombre en su ropa y no es tu olor… Mejor que paremos en este punto, porque nos estaremos viniendo arriba y, posiblemente, metamos la pata, si nos dejamos llevar.

Pero a lo que íbamos. Todo  en España es eufemismo puro y duro. Y eso, hermosos y hermosas, ¿de quién es culpa? De los políticos. Está claro. Todo es culpa de ellos. Por cierto, yo también uso eufemismos, como antes que he dicho hermosos y, lo cierto es que sois feos de coj… sobretodo Alberto. Pero eso es otro tema…  Decíamos que los políticos tienen la culpa de tanta falsedad, tanta mentira, tanto cinismo y de que nos hagan un lío de tal magnitud con sus definiciones que no logremos saber cómo llamar a las cosas. Porque, entre unos que no sabían que una crisis era una crisis, hasta que les explotó en la cara; y otros, que no sabían lo que es un rescate… Estamos apañados. O que un juez meta en la cárcel al responsable de Bankia y el siguiente lo saque inmediatamente de prisión. O que, por un delito, una señora sea imputada y, por el mismo delito, otra, por ser la infanta de naranja no lo sea. Eso, más que eufemismo, es una vergüenza. Quizá seamos disléxicos y, en realidad, la justicia no es igual para todos.

A ver, que me lío con las injusticias, me cabreo, me enciendo, me vengo arriba, se me hincha la carótida como a Camarón cuando cantaba, me tiembla la vena de la sien, se me enrojecen los ojos, me entra un tembleque en todo el cuerpo incontrolable, babeo, se me abre la úlcera, se me queda rígido el cuello, me pongo salvaje perdido y lo único que consigo es que los militantes, afiliados, sobornados todos, por uno u otro partido se me enfaden, tras ir a urgencias al centro de salud de turno y que me diagnostiquen alguna extraña enfermedad exótica. La última vez me pasó como en el chiste: Tiene usted la enfermedad de Hutchington. ¿Es eso muy grave, doctor? Pues la verdad no lo sé, señor Hutchington.

Yo, que soy tonto y muy manipulable, como el resto de la población,  estoy tan bombardeado por eufemismos de todo pelaje, que, para hacer el amor, le digo a mi mujer: “Cari, te voy a hacer un rescate” y ella contesta: “¿Cómo es eso?” Y yo: “Desnúdate y tapamos agujeros…” Pero, como ella no quiere tener hijos, me dice: “desacelera… ¡DESACELERA!” y yo, que he visto mucha televisión, en lugar de hacer la marcha atrás, entro en crisis y ya no se hace en meses.

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