Vivimos en una época en que todo
es un eufemismo. Desde que te levantas y te encuentras a alguien por la calle y
le preguntas: “Hombre Luís ¿qué tal?” y él te contesta: “Muy bien” ya estamos
viviendo en un eufemismo. Porque, vamos a ver, tu mujer te la pega; te quedaste
sin trabajo hace dos años y no cobras el paro; tus hijos no te quieren ni ver…
Eso de muy bien, Luis.
Quizá, más que eufemismo sea mentira. Porque
debería decir: “Estoy jodido” y todos, que lo sabemos a escondidas y no se lo
decimos, pensaríamos: “Ah, menos mal, ya lo sabe” y le diríamos: “Qué putada lo
de Pilar” Que pone cara de haba y no lo sabe. Habremos metido la pata, por
supuesto, pero, para que no se entere, utilizaríamos un eufemismo del tipo… Si
es que está muy cansada… Es que, lo del ERE en su trabajo… las cantidades de
horas extra que la exigen hacer… su continua inapetencia sexual… las eternas
jaquecas…… los calzoncillos que encontraste en su bolso y ella te dijo que eran
tuyos… el olor a hombre en su ropa y no es tu olor… Mejor que paremos en este
punto, porque nos estaremos viniendo arriba y, posiblemente, metamos la pata,
si nos dejamos llevar.
Pero a lo que íbamos. Todo en España es eufemismo puro y duro. Y eso,
hermosos y hermosas, ¿de quién es culpa? De los políticos. Está claro. Todo es
culpa de ellos. Por cierto, yo también uso eufemismos, como antes que he dicho
hermosos y, lo cierto es que sois feos de coj… sobretodo Alberto. Pero eso es
otro tema… Decíamos que los políticos
tienen la culpa de tanta falsedad, tanta mentira, tanto cinismo y de que nos
hagan un lío de tal magnitud con sus definiciones que no logremos saber cómo
llamar a las cosas. Porque, entre unos que no sabían que una crisis era una
crisis, hasta que les explotó en la cara; y otros, que no sabían lo que es un
rescate… Estamos apañados. O que un juez meta en la cárcel al responsable de
Bankia y el siguiente lo saque inmediatamente de prisión. O que, por un delito,
una señora sea imputada y, por el mismo delito, otra, por ser la infanta de
naranja no lo sea. Eso, más que eufemismo, es una vergüenza. Quizá seamos
disléxicos y, en realidad, la justicia no es igual para todos.
A ver, que me lío con las
injusticias, me cabreo, me enciendo, me vengo arriba, se me hincha la carótida
como a Camarón cuando cantaba, me tiembla la vena de la sien, se me enrojecen
los ojos, me entra un tembleque en todo el cuerpo incontrolable, babeo, se me
abre la úlcera, se me queda rígido el cuello, me pongo salvaje perdido y lo
único que consigo es que los militantes, afiliados, sobornados todos, por uno u
otro partido se me enfaden, tras ir a urgencias al centro de salud de turno y
que me diagnostiquen alguna extraña enfermedad exótica. La última vez me pasó
como en el chiste: Tiene usted la enfermedad de Hutchington. ¿Es eso muy grave,
doctor? Pues la verdad no lo sé, señor Hutchington.
Yo, que soy tonto y muy
manipulable, como el resto de la población,
estoy tan bombardeado por eufemismos de todo pelaje, que, para hacer el
amor, le digo a mi mujer: “Cari, te voy a hacer un rescate” y ella contesta:
“¿Cómo es eso?” Y yo: “Desnúdate y tapamos agujeros…” Pero, como ella no quiere
tener hijos, me dice: “desacelera… ¡DESACELERA!” y yo, que he visto mucha
televisión, en lugar de hacer la marcha atrás, entro en crisis y ya no se hace
en meses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario