5/12/13

España e asín.



Somos españoles, señores. Herederos de una historia plagada de pícaros y sinvergüenzas. España es un país en el que, tras haber sido construido por ladrones para ladrones, ahora, con esto de la corrupción generalizada, nos roban y nos llevamos las manos a la cabeza. No seamos cínicos ni demagogos, por favor. ¿Alguien ignoraba que esto sucedería? A mí no me sorprende, la verdad. Porque si se deja pensar a ladrones para que construyan un país a su imagen y semejanza, harán lo que han hecho con el nuestro a lo largo de los siglos, es decir, un país de ladrones, estafadores, vagos e irresponsables. Pues nadie asume la menor responsabilidad por sus actos.

Somos un país de ladrones. Con una administración llena de trabas para el usuario que propicie disimular unos cuantos euros en cada operación burocrática que se realice. Somos probablemente el país con la mayor burocracia del mundo y en cada movimiento de papel se caen algunos centimillos. En el menor de los casos. Un país en el que, si tienes que declarar tus ingresos siempre los declaras de menos, con el objetivo de conseguir una indemnizacioncita o que tu hijo pueda entrar al colegio público de tu barrio. En mi casa, como no somos funcionarios ni autónomos y tenemos que declarar nuestros ingresos reales, nuestro hijo no tiene acceso a un colegio público. Salvo si queremos llevarlo al que tiene los furgones policiales en la puerta. De modo que soy yo quien quiero una educación pública accesible. Pero la premisa de la educación, como de la sanidad, debe ser la calidad, no la accesibilidad. Nada es bueno o malo por ser público o privado, sino por ser bueno o malo, nada más. Esto que parece tan de Perogrullo no lo entienden muchos, o no lo quieren entender.  

La premisa, pues, no puede ser que sea pública para que chupen del bote unos, o privada para que los que chupen del bote sean otros. Según sean mis amiguitos unos u otros hablo a favor de la sanidad y de la educación pública o privada. Eso no puede ser. Lo que debe primar es la calidad en sus atribuciones para que todos, pero todos, nos beneficiemos de la mejor sanidad y educación posibles. Eso sí, con un consenso previo a nivel nacional para que estas políticas no se cambien en cada legislatura. Pero el problema es que es  lo mejor para los futuribles gobiernos de PP o PSOE (ya que, de momento, ningún otro va a tener acceso y eso es inamovible), pues lo que interesa es tener con qué negociar en otras circunscripciones críticas a priori con sus políticas, pero que si se les da lo que quieren se consiguen futuros acuerdos a adoptar, aunque a los ciudadanos no nos sean beneficiosos, que sí serán beneficiosos para mantener su cota de poder intocable. Todos tenemos un precio y en nuestra política pasa como en la frase que decía Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”

Somos un país de estafadores. Viendo no sé cuándo las noticias porque, cuando uno está en paro, todos los días son iguales y llega un momento en que no se distingue uno de otro.  Pues bien, en las noticias un alto cargo de las compañías aseguradoras de España, estaba diciendo que el 40% de los partes presentados por siniestros en España son falsos. De modo que todos, en mayor o menor medida (pero cada cual en su medida) robamos lo que podemos, engañando para conseguir determinado beneficio. Sea este unos cuántos días más de baja para ir a la playa, o que nos califiquen la lesión como más grave, diciendo otra que teníamos anteriormente, para obtener unos cuantos euros de más. Lo que sí es cierto es que cuánto más alto estás, más posibilidad de robar tienes, o de robar mayores cantidades. Pero ladrones somos todos. Así que, aquí en España, sucede lo que decía Loquillo en su canción “El molino”: “Si todos somos ladrones, el delito sólo puede ser, que te pillen con la mano en el pastel”. Amén, Loquillo. Después, en un acto de fingida indignación (o real si el robo ha sido de una cantidad muy elevada) a los ladrones pillados, los linchamos con total vehemencia y salvajismo.

Somos, además, un país de vagos. En el que, da igual cómo se realice el trabajo que se tenga que hacer en nuestro puesto de trabajo. Estamos convencidos de que al final sale. Si todo sale por inercia, da igual lo que hagas. Sale por impulsos personales de los dos o tres trabajadores verdaderamente eficientes y responsables que hay en cada empresa y que nunca están valorados, por eso sale. En la época de bonanza todos lo pensábamos. Luego, como también somos unos melodramáticos y nunca la culpa es nuestra, cuando vinieron las vacas flacas y demostraron que nuestros puestos, nuestros trabajos y nosotros mismos no éramos imprescindibles, nos llevamos las manos a la cabeza y, en lugar de asumirlo estoicamente, echamos la culpa a los demás. Somos, como digo, los reyes y los adalides del escaqueo. No porque seamos más listos que nadie, sino porque somos más sinvergüenzas. De hecho, la famosa frase: vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos, es española. Ahora bien, con la que está cayendo no podemos tener hijos, de modo que buscaremos algún sitio donde podamos vivir del cuento. Nos afiliaremos a los partidos políticos porque ahí, el único mérito para llegar a lo más alto, es ser afiliado. Esto no requiere esfuerzo ni preparación y puedes echarte la siesta cuando te venga en gana. Valores principales del puesto de trabajo más deseado en España.

Pero qué podemos esperar de un país de pandereta en el que insignes poetas le hacen coplas a El Dioni, famoso ladrón (de guante blanco sí, pero ladrón) por su hurto y posterior vida regalada en Brasil. Y, es que, guste o no; moleste o no, España e asín.

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