Somos españoles, señores.
Herederos de una historia plagada de pícaros y sinvergüenzas. España es un país
en el que, tras haber sido construido por ladrones para ladrones, ahora, con
esto de la corrupción generalizada, nos roban y nos llevamos las manos a la
cabeza. No seamos cínicos ni demagogos, por favor. ¿Alguien ignoraba que esto
sucedería? A mí no me sorprende, la verdad. Porque si se deja pensar a ladrones
para que construyan un país a su imagen y semejanza, harán lo que han hecho con
el nuestro a lo largo de los siglos, es decir, un país de ladrones,
estafadores, vagos e irresponsables. Pues nadie asume la menor responsabilidad
por sus actos.
Somos un país de ladrones. Con
una administración llena de trabas para el usuario que propicie disimular unos
cuantos euros en cada operación burocrática que se realice. Somos probablemente
el país con la mayor burocracia del mundo y en cada movimiento de papel se caen
algunos centimillos. En el menor de los casos. Un país en el que, si tienes que
declarar tus ingresos siempre los declaras de menos, con el objetivo de
conseguir una indemnizacioncita o que tu hijo pueda entrar al colegio público
de tu barrio. En mi casa, como no somos funcionarios ni autónomos y tenemos que
declarar nuestros ingresos reales, nuestro hijo no tiene acceso a un colegio
público. Salvo si queremos llevarlo al que tiene los furgones policiales en la
puerta. De modo que soy yo quien quiero una educación pública accesible. Pero
la premisa de la educación, como de la sanidad, debe ser la calidad, no la
accesibilidad. Nada es bueno o malo por ser público o privado, sino por ser
bueno o malo, nada más. Esto que parece tan de Perogrullo no lo entienden
muchos, o no lo quieren entender.
La premisa, pues, no puede ser
que sea pública para que chupen del bote unos, o privada para que los que
chupen del bote sean otros. Según sean mis amiguitos unos u otros hablo a favor
de la sanidad y de la educación pública o privada. Eso no puede ser. Lo que
debe primar es la calidad en sus atribuciones para que todos, pero todos, nos
beneficiemos de la mejor sanidad y educación posibles. Eso sí, con un consenso
previo a nivel nacional para que estas políticas no se cambien en cada
legislatura. Pero el problema es que es lo mejor para los futuribles gobiernos de PP o
PSOE (ya que, de momento, ningún otro va a tener acceso y eso es inamovible),
pues lo que interesa es tener con qué negociar en otras circunscripciones
críticas a priori con sus políticas, pero que si se les da lo que quieren se
consiguen futuros acuerdos a adoptar, aunque a los ciudadanos no nos sean
beneficiosos, que sí serán beneficiosos para mantener su cota de poder
intocable. Todos tenemos un precio y en nuestra política pasa como en la frase
que decía Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo
otros”
Somos un país de estafadores. Viendo
no sé cuándo las noticias porque, cuando uno está en paro, todos los días son
iguales y llega un momento en que no se distingue uno de otro. Pues bien, en las noticias un alto cargo de
las compañías aseguradoras de España, estaba diciendo que el 40% de los partes
presentados por siniestros en España son falsos. De modo que todos, en mayor o
menor medida (pero cada cual en su medida) robamos lo que podemos, engañando
para conseguir determinado beneficio. Sea este unos cuántos días más de baja para
ir a la playa, o que nos califiquen la lesión como más grave, diciendo otra que
teníamos anteriormente, para obtener unos cuantos euros de más. Lo que sí es cierto
es que cuánto más alto estás, más posibilidad de robar tienes, o de robar
mayores cantidades. Pero ladrones somos todos. Así que, aquí en España, sucede
lo que decía Loquillo en su canción “El molino”: “Si todos somos ladrones, el
delito sólo puede ser, que te pillen con la mano en el pastel”. Amén, Loquillo.
Después, en un acto de fingida indignación (o real si el robo ha sido de una
cantidad muy elevada) a los ladrones pillados, los linchamos con total
vehemencia y salvajismo.
Somos, además, un país de vagos.
En el que, da igual cómo se realice el trabajo que se tenga que hacer en
nuestro puesto de trabajo. Estamos convencidos de que al final sale. Si todo
sale por inercia, da igual lo que hagas. Sale por impulsos personales de los
dos o tres trabajadores verdaderamente eficientes y responsables que hay en
cada empresa y que nunca están valorados, por eso sale. En la época de bonanza
todos lo pensábamos. Luego, como también somos unos melodramáticos y nunca la
culpa es nuestra, cuando vinieron las vacas flacas y demostraron que nuestros
puestos, nuestros trabajos y nosotros mismos no éramos imprescindibles, nos
llevamos las manos a la cabeza y, en lugar de asumirlo estoicamente, echamos la
culpa a los demás. Somos, como digo, los reyes y los adalides del escaqueo. No porque
seamos más listos que nadie, sino porque somos más sinvergüenzas. De hecho, la
famosa frase: vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos, es
española. Ahora bien, con la que está cayendo no podemos tener hijos, de modo
que buscaremos algún sitio donde podamos vivir del cuento. Nos afiliaremos a
los partidos políticos porque ahí, el único mérito para llegar a lo más alto,
es ser afiliado. Esto no requiere esfuerzo ni preparación y puedes echarte la
siesta cuando te venga en gana. Valores principales del puesto de trabajo más
deseado en España.
Pero qué podemos esperar de un
país de pandereta en el que insignes poetas le hacen coplas a El Dioni, famoso
ladrón (de guante blanco sí, pero ladrón) por su hurto y posterior vida regalada
en Brasil. Y, es que, guste o no; moleste o no, España e asín.
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