Fue la noche del Domingo. Estaba
leyendo tranquilamente a Quevedo. Concretamente su Hora de todos o la fortuna
con seso. Mientras, mi hijo dormía en su cama y mi mujer estaba a mi lado
recostada en mi hombro. Leía la hora XIX que es la hora del letrado y los
litigantes. Cuando Don Francisco dice eso de: “…en los pleitos lo más barato es la parte contraria, porque ella pide
lo que pretende que le den, y lo pide a su costa ,y v. m. por la defensa, pide
y cobra a la nuestra…” Me acordé de
la nueva normativa de las tasas judiciales y sonreí. Porque ahora la justicia
no va a ser para todos. O sí, porque será para todos los que puedan pagarla. De
vez en cuando es tremendamente esclarecedor releer a los clásicos. Además, estoy
en una fase de mi vida en que me hastían las mediocridades. Las detesto. Aunque,
cuando lo que impera es precisamente la mediocridad, ir releyendo a los
clásicos es el mejor remedio.
Digo que estaba leyendo el libro
de Quevedo cuando comenzó en la televisión un programa de denuncia social, que
tiene un éxito mayúsculo. Mi mujer y yo solemos verlo tras la cena,
tranquilamente. Hasta que ella se queda dormida y, normalmente, a mí se me
cierra el libro. Nunca me quedo dormido en el sofá. En esas estaba cuando, al
levantar la vista, vi rotulada en televisión la palabra “deshaucio” escrita mal,
como casi siempre. Si alguien se molestase en hacer saber que el verbo desahuciar
se forma con el prefijo des, que
implica negación, y ahuciar en su
modo sustantivo (siendo la forma contraída de afiduciar, que proviene de
fiducia o confianza) se escribiría correctamente la palabra desahucio. Ese detalle
hizo que prestase más atención a la televisión. Al escuchar a la representante
de la asociación de afectados por la hipoteca, me puse a ver el programa.
Se cometen varios errores al
hablar del tema del desahucio. Por ejemplo, se dice que las entidades no
conceden daciones en pago. No es cierto. En la que yo estuve se concedían. A
pesar de no existir legislación al respecto. Incluso asumiendo una quita, que
suponía una pérdida para la entidad. Por lo que supongo que algún otro banco
también lo haría. Luego, la representante de la asociación, dijo solicitar a
los partidos políticos que hicieran una ley de dación en pago porque dicha
legislación no existe. En eso sí que tiene razón porque aún no se ha
normalizado ese extremo. Otro error es comentar que la entidad se queda la casa
por el 50% de su valor. Argumento repetido muchas veces. No es así. Las
entidades se tienen que adjudicar la vivienda habitual del deudor como mínimo
por el 60% del valor de tasación a efectos procesales, valor que no tiene
porqué coincidir con el de tasación de mercado.
La conclusión a la que se llega
no es discutible. Es indudable que los desahucios son injustos y se debe acabar
con ellos buscando una fórmula consensuada. Tampoco lo es el hecho de que, los
periodistas, deben ser más cuidadosos a la hora de informar a la gente. Hay que
exigirles un mínimo de calidad en los contenidos de sus informaciones. Y, puesto
que, además de informar, una de las misiones más importantes del periodismo es
la de ilustrar al ciudadano, se debería
ser más exigente aún con ellos. Pero ahora se compra opinión no información. Se
busca una opinión favorable a quien me paga. De modo que no cuidan sus
contenidos pues las ventas están aseguradas a los que comparten su opinión
creada de antemano. Por eso, cuando veo que se siguen cometiendo los mismos
errores y que no se busca informar e ilustrar al ciudadano sino lo contrario,
apago la televisión y abro un libro. De los clásicos, por supuesto.
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