14/2/13

La renunciatura

El día 11 de Febrero de 2.013 amaneció con una noticia que a todos los católicos del mundo nos llenó de estupor y tristeza. A saber, el Papa Benedicto XVI anunció la renuncia a su pontificado, cuestión que se hará efectiva el próximo día 28 de Febrero.

Digo renuncia y no dimisión, puesto que la dimisión de un Papa no está contemplada en el derecho canónico, y sí la renuncia. La dimisión supone poner el cargo a disposición de un superior y, en éste caso, el superior, no es otro, que Dios. Por lo que pido a todos cuántos hablen de esta noticia se hagan cargo de lo que están diciendo y hablen con propiedad. No es lo mismo, por mucho que sea repetido en los medios de comunicación dimisión que renuncia ¿o les puede el subconsciente? 

Si bien es cierto que nunca me sentí atraído por este Santo Padre, también es verdad que me siento estupefacto y ávido de noticias al respecto de su renuncia. Joseph Ratzinger anunció esta medida por, según sus palabras, su desgaste y falta de fuerzas para continuar con una labor tan exigente. El secretario del antiguo Papa Juan Pablo II, el prelado de Cracovia, ha manifestado, en un tono que invita a la reflexión, que: “De la cruz no se baja nadie” entendiéndose por estas palabras un claro reproche a dicha renuncia del Santo Padre. No en vano, este Papa, desde que llegó al mandato hace ya ocho años, se dedicó a la sórdida tarea de limpiar la herencia recibida en la curia romana. Es que, el rencor es un rasgo claramente humano que nos embota a todos por igual, llevemos o no sotana.

He escuchado a muchos ateos enviar mensajes a la Iglesia de cómo tiene que actuar y qué tiene que hacer para contentar a sus feligreses, entre los cuales, no se incluyen. Diciendo que tienen que dar ejemplo de democracia y transparencia para con el resto de la sociedad. Puedo estar más o menos de acuerdo, pero cuando alguien critica las maneras de sus organizaciones o las amistades que tienen, se vuelven opacos y ponen sus corazas a funcionar. Pido a todos que actúen conforme al ejemplo de lo que les piden a los demás que hagan. De todos modos, siempre es curioso ver cómo los buitres se acercan al cadáver, o al moribundo en este caso, para intentar hacer un banquete con su despojo. 

Las especulaciones han comenzado a surgir como si de un aspersor se tratase llenando todos los rincones del planeta de rumores más o menos infundados. He escuchado hablar de un problema de salud grave de Benedicto XVI, en concreto una enfermedad degenerativa, que no le va a permitir estar en plenas condiciones. Mención aparte las presiones ejercidas por los miembros más conservadores y, en consecuencia,  afines a Juan Pablo II, de la Curia Romana.

A mí no me atrajo nunca este Santo Padre. Siento que la diferencia entre ambos es abismal. Una diferencia dada por sus vocaciones. Juan Pablo II era un pastor que atraía a los fieles al seno de la iglesia llenándola de jóvenes y sabía manejar la política de la Curia Romana. Mientras Benedicto XVI tiene vocación de monje y de intelectual pero no de político, por lo que la presión ejercida por la Curia, creo yo, le ha vencido. Sin embargo, tiene unas agallas poco vistas en este mundo. Porque, tanto los políticos que critican, como los que ensalzan, sin actuar en consecuencia, a la iglesia, podrían seguir el ejemplo de Joseph Ratzinger y renunciar a su cargo. O, en su defecto, escuchar el discurso de la socialista Beatriz Talegón, que es válido para todos los partidos políticos y, ellos sí, dimitir de una santa vez.

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