Cuando uno se para delante de una
página en blanco, bolígrafo en mano, debe hacerlo sabiendo qué va a escribir, para
quién va a escribir y qué objetivo quiere alcanzar con el mensaje a lanzar. Así
como el tono y el lenguaje a utilizar. Cuando se detenga a observar la sociedad
que le rodea verá cosas vergonzosas. Por lo que no va a tener ningún problema
en buscar un tema a tratar. Ya que conductas criticables hay por doquier. Miren
donde miren hay multitud de oprobios que sacar a la luz. Verá tipos execrables
por donde quiera que vaya; y, ante la pusilanimidad de la sociedad adoctrinada
y aborregada a la que pertenecemos, conciencias que despertar, las tiene usted
a patadas.
Si se detiene a leer para
aprender de articulistas ya consagrados. Verá que hay quien se cree Quevedo o
Góngora y no consigue sino rozar el ridículo. Quienes no aportan absolutamente
nada, literariamente, y quienes dan lecciones con cada coma colocada. Verá que
hay con quien estará más o menos de acuerdo. Quizá les pase como a mí que, a
veces, estoy de acuerdo con unos y, otras veces, lo estoy con otros. Mi
recomendación es que sean consecuentes con ustedes mismos y con su conciencia,
nada más. Porque, como podrán observar, hay mucha filiación, en este oficio, y
mucha pertenencia a un bando u otro. Hay quienes venderían a su madre por una
página; hay quien ya lo ha hecho, y lo repite; quien lo hace en cada párrafo
escrito; y quienes no lo haremos y escribimos en diarios digitales sin poder
aspirar a más.
De hecho, los mejor pagados en
este oficio, suelen ser los encargados de crear lavados de imagen, o quienes
generan una corriente de opinión, favorable a los intereses de uno u otro lobby
político actual. Hoy día, no hay derecha o izquierda, sino un lobby del PP y otro
del PSOE. Con su periodista de salón, su artistita insignia, sus cajitas de
ahorro y toda la parafernalia. Tienen en plantilla su piara de palmeros
riéndoles la gracia, afiliados todos ellos.
De modo que, si quiere pertenecer
al lobby del PP, dirá a voz en grito que Rajoy es un tipo honrado. Crecido y
educado en la austeridad más absoluta del seno de su hogar familiar y en la vida
sencilla de un registrador de la propiedad de provincias. Además gritará, desde
cualquier tribuna a la que acceda, que el de los ERES es el más grande y
torticero caso de corrupción habido en este país desde Filesa. Y, por supuesto,
que la juez Alaya es magnífica, que otro gallo cantaría si hubiera más jueces
como ella. De Bárcenas será mejor que no hable. Pero, si debe hacerlo, dirá que
la única contabilidad que usted reconoce es la del Partido Popular.
Si quiere pertenecer al lobby del
PSOE, en cambio, dirá que la política de Rajoy es un despropósito y que está
harto de recortes; que Zapatero fue un idealista incorruptible; que el Partido
Popular está utilizando el rodillo parlamentario para impedir que su líder
comparezca, no ya ante los medios (que eso lo hace en pantalla de plasma) sino
ante el Congreso de los Diputados. Ah, y gritará desde su tribuna que el caso Gürtel
es una trama de financiación ilegal que salpica cada rincón del PP. Que la juez
Alaya cumple directrices del PP y que aún hay jueces intachables como el señor
Ruz, mientras al pobre Garzón se lo han quitado del medio.
Pero, si su aspiración es ser usted
mismo, si su conciencia vale más que las engañifas de unos y otros
sinvergüenzas y sus telediarios no han conseguido que se adhiera a la causa de
uno u otro lobby, sea bienvenido a mi lado en este diario digital. Desde donde,
juntos, calificaremos de ladrón al ladrón y, dicho calificativo, no dependerá
de su filiación política.
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