En un país tan polarizado como España no puede sorprendernos el poco apoyo que obtienen las iniciativas realizadas.
Si
los miembros de un bando determinado llevan a cabo una iniciativa,
aunque sea buscando el bien común, el bando contrario ninguneará y no
prestará su apoyo dejando la iniciativa en agua de borrajas. A no ser
que ese apoyo redunde en el beneficio de alguna iniciativa que, a su
vez, vaya a realizar esa otra pandilla de la que obtengan un rédito
político determinado.
En
un país tan infectado por la corrupción como España, no puede
sorprendernos la cantidad de chupópteros y vividores que se
arremolinarán en torno al grupo impulsor de la iniciativa antedicha, con
el fin de intentar obtener cualquier tipo de beneficios. A mí, esta
gente me suele recordar a las palomas que sobrevuelan algún banco de
cualquier parque donde haya una persona echándoles migajas. Están ahí,
esperando las migajas en forma de subvenciones, sueldos extras y demás
propinas a recibir por prestar en muchos casos sus caras bonitas.
En
un país cuya población joven está tan sumamente preparada, o eso nos
dicen, nos tiene que llenar de estupor, rubor y hacer que nos llevemos
las manos a la cabeza, ver cómo quiénes representan a todos los
ciudadanos en estas iniciativas impulsadas por ellos mismos, son las
personas menos preparadas de cuántas pueden abundar por nuestro país.
Dejándonos a todos en ridículo y demostrando que el principal problema
de España es que sus élites están peor preparadas que sus bases.
En
un país en el que los telediarios siempre al dictado de sus mecenas
políticos, nos lanzan mentiras ilusionantes para hacernos partícipes de
la iniciativa que han tenido a bien impulsar ellos mismos. Mentiras que
sólo los mecenas se creen. Ni puede ni debe sorprendernos que la
realidad nos golpeé abruptamente una y otra vez, en una mejilla
haciéndonos voltear la cabeza para el otro lado y, al recibir una nueva
bofetada, voltear de nuevo la cabeza. Y así, de momento, hasta tres
veces.
En
un país en el que la autocrítica es una quimera imposible de encontrar,
no puede sorprendernos que después de una derrota en Eurovisión, los
Óscar, el festival de Cannes o la elección de Miss Universo busquemos
mil y una excusas intentando demostrar que todo es por politiqueo.
En
un país en el que no hay trabajo, las mentiras llenan los telediarios,
la crisis económica no tiene brote verde ni gris, y la crisis de valores
afecta a todos los estamentos de la sociedad, no puede sorprendernos
que nunca nos den unos juegos olímpicos. Ni se trata de politiqueos ni
de que el presidente saliente tenga odios viscerales contra España, ni
de que Francia quiera los juegos del año pun y entonces no nos votan
porque les beneficia. Se trata, ni más ni menos, de que el proyecto
presentado era peor y de que son incapaces. Incapaces para poner a todo
el mundo en común apoyando este proyecto, pilar fundamental sobre el que
tendrían que trabajar para construirlo. Ah, y por favor, cuando tiren
para atrás una candidatura suya por el dopaje, el terrorismo, la crisis o
la razón que les den, hagan algo al respecto, si verdaderamente quieren
que les den unos juegos. No intenten disfrazar sus carencias
preparándose las respuestas para engañar al COI, aunque en las
elecciones al gobierno les valga, en otros sitios no cuela. Después no
busquen excusas, por favor, que resulta patético.
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