Desde que hice efectiva la compra
del abono para asistir al Festival Eñe que se ha celebrado este fin de semana
en Madrid, una sonrisa brotó en mi rostro y no me ha abandonado aún. El pasado
jueves 14, fui a la presentación en el Instituto Cervantes, un magnífico
edificio en la Calle Alcalá de Madrid. Me puse en la fila previa a la entrada y
conocí a Héctor un chaval pausado y tranquilo, a la par que simpático que
llevaba tres meses en Madrid y quería ver el evento literario. Así que, junto a
mi nuevo amigo, asistí al coloquio que nos brindaron para abrir boca la actriz
Carmen Machi y el dramaturgo Juan Mayorga. Estuvieron magníficos. Sobretodo
Juan Mayorga, si bien cualquiera que en ese momento hubiese estado a su lado
sobre el escenario hubiese sido empequeñecido por el verbo claro y certero y la
cabeza fantásticamente amueblada del señor Mayorga. Volví a casa con el pecho
inflamado porque, decidí, sí, he elegido bien. Esto de la palabra es a lo que
quiero consagrar mi vida
El viernes comenzó con mis
fatigado cuerpecillo de escombro subiendo las escaleras hasta la quinta planta
del Círculo de Bellas Artes para asistir a un taller llamado: “Del poema al
guión” impartido por la escritora y guionista cubana Zoé Valdés. ¿Qué decir? Comenzamos
el taller veinte personas y lo acabamos ocho. El fracaso estrepitoso se debió a
la lejanía de la cubana para con nosotros (puesto que, ni siquiera, nos saludó)
y a la incapacidad, no ya de enseñar, sino para trasmitir un mínimo de pasión
por algo que le encanta supuestamente, a los asistentes. Ahora bien, la segunda
parte del taller, que fue eminentemente práctica, me pareció fantástica, porque
todos los que nos quedamos pudimos leer los trabajos propuestos y algunos me
parecieron sencillamente maravillosos.
Tras salir del taller, en la
segunda planta, coincidí con varios de los asistentes al taller de Zoé Valdés y
comentamos lo que nos había parecido. Todos coincidimos en nuestras
afirmaciones, si bien estábamos embargados por el ambiente creado en el círculo
de Bellas Artes con este maravilloso festival. Ahí estuvimos departiendo Miguel
Ángel, un simpatiquísimo escritor de Badajoz; Eduardo el maravilloso guionista
de Jaén; Mercedes una vivaracha actriz y, como no, camarera de Madrid; la
futura directora de cine de cuyo nombre no me acuerdo y, de nuevo, Héctor, el
chico que conocí en la fila para entrar a la inauguración del Festival.
Comentamos nuestros pareceres y asistimos juntos a una maravillosa propuesta
llamada “Lucha Libro” en la que los contendientes, tras ver unos segundos una
fotografía, tenían que escribir sobre lo que ésta les sugería durante tres
minutos. Así acabó el viernes.
Ahora bien, el día fuerte, que
fue el Sábado, estuve todo el día, desde las doce de la mañana, en el Círculo de
Bellas Artes. Asistí a varios seminarios. A destacar los de Juan Eslava Galán y
Santiago Posteguillo, los músicos de Jazz que amenizaron el festival, los
magníficos Elena Medel y Guillermo Trapiello en su “Gabinete de Crisis” y, como
no, el coloquio de Rafael Reig y Antonio Orejudo. Cuyos libros me compré y
tuvieron la delicadeza y amabilidad de firmármelos. Después asistí a varias
charlas más. Alguna de ellas mejor olvidarlas. Y al ejercicio de autobombo
mutuo, si bien salpicado de frases inteligentes y algún que otro chiste
gracioso, entre Benjamín Prado y Julia Navarro.
Después de todo ello, me vine a
casa con una sonrisa en los labios. Algo había cambiado en la cultura de
España. Celebrar semejante festival y ponerlo por la televisión… Ah no, que eso
no vende. Bueno, pues verlo en los periódicos de mayor tirada… Ah no, que, para
ellos, tampoco es importante. En fin. Lo que por lo menos sí es reconfortante
es ver que en España nada cambia. Lo más importante, para las noticias
televisadas, radiadas o de los periódicos que sucedió el Sábado fue el partido
jugado por la selección española de fútbol y la de Guinea Ecuatorial, magnífica
contienda donde las haya, y, por supuesto, el libro que va a ser presentado por
la autora, no sé dónde, el día 19 de Noviembre, titulado: “Ambiciones y
reflexiones” de Belén Esteban. Esta es
la cultura que promocionan en nuestro país. Si bien y a pesar de todo no han
conseguido borrarme la sonrisa. Ya estoy contando los días para el próximo
festival eñe, al que pienso asistir. Antes de despedirme quiero agradeceros a
La Fábrica, Instituto Cervantes, organizadores, patrocinadores y al Círculo que
os haya salido un festival redondo. De
modo que ¡larga vida al festival Eñe!
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