5/12/13

Mutuo significa de ambos.



Vivimos en un país con un sectarismo aberrante. En un país, por ello, absolutamente polarizado. En el que, para defender la opción que hemos decidido votar en las últimas elecciones, atacamos al partido político rival con toda la vehemencia que somos capaces de utilizar. Somos unos hooligans políticos en toda la extensión de la palabra. Defendemos el voto emitido como si se tratase de los goles de nuestro equipo de fútbol preferido. Continuamos con la defensa sin ser capaces de exigirle al partido votado que nos defienda con la misma vehemencia y que sirva a los ciudadanos y que no se sirva del poder que le otorgan nuestros votos para hacer su voluntad en su propio beneficio. Es que tenemos una escasísima capacidad crítica con el partido al que hemos otorgado nuestra confianza. Sin capacidad crítica no existe voto de castigo, o se da en una medida menor. Sin ese voto de castigo y sin capacidad crítica de los electores, no puede haber una democracia sana. Porque, para que el poder del pueblo de verdad lo ejerza el pueblo, éste tiene que asumir responsabilidades. Y somos un país de hooligans sí, polarizado también, pero muy cómodo y la comodidad está reñida con trabajar para los demás y con conseguir un mundo mejor, no ya para nosotros, sino para nuestros hijos.

De un tiempo a esta parte, este sectarismo, y consecuente polaridad, se ha visto incrementada de manera exponencial. Llegando al extremo de que, cualquier noticia por inocente e inocua que pudiera parecernos, acaba impregnada con las heces del “y tú más” que nos asalta desde los discursos vociferados en los escaños del congreso de los diputados. Unos discursos llenos de interesada denuncia para obtener rédito político y no para llegar a la solución de los problemas que acechan a nuestra sociedad. Porque de esos barros de la polaridad, la discusión y la inquina en la represalia a los desmanes cometidos por nuestros adversarios políticos, mientras somos totalmente indolentes con los desmanes cometidos por el nuestro, vienen los lodos de la desunión. ¿Cómo vamos a dar la sensación de unidad en el extranjero si ven en nuestro parlamento cómo nuestros políticos, lejos de intentar solventar el problema en que estamos metidos, lo que hacen es intentar sacar a relucir los errores del rival para que les otorgue, como he dicho antes, un rédito político que de otro modo serían incapaces de obtenerlo.

Vivimos inmersos en una crisis más profunda como para ser denominada como económica, nada más. Es ésta una crisis política, económica, social y de valores, así, todo junto y amalgamado. Provocada por la polaridad creada desde las clases dirigentes. Que convierten cada sesión del parlamento en un Real Madrid Barcelona de la política. Con todo el odio y toda la polémica que genera cada contienda. Una polémica de la que nos hacemos eco los ciudadanos extrapolándola a nuestra vida diaria. Pero esta crisis está también provocada por la ignorancia de la gente. Porque la ciudadanía no sabe a qué valores agarrarse para salir indemne. Unos se arriman a valores que creen inmutables como su equipo de fútbol o lo que sea. Sin darse cuenta que lo verdaderamente importante lo tiene dentro de su casa. Ahí es donde tiene que dar el do de pecho.  Y una crisis política provocada por la pusilanimidad de la gente. Porque, además de estar desorientados y de ser ignorantes, somos pusilánimes. Si se sienten insultados porque les llame pusilánimes, quizá puedan explicarme por qué muestran ese desinterés. Un desinterés entendible puesto que ha sido provocado por el ansia de estos dirigentes de mantener su status a costa del interés de sus votantes. Actúan para enriquecerse, no para que exista, de verdad, una sociedad del bienestar que redundaría en su beneficio. Porque el beneficio mutuo es el de todos.

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